El Folklore

El Folklore en Monagas

Expresiones Folklóricas y Populares de Monagas  

Es muy rica y variada la expresión popular folklórica de Monagas. Se ha rescatado además de una serie de danzas y bailes que se habían perdido en el tiempo. Aunque esta área está más destacada en la página del ICUM debemos referirnos someramente a nuestras principales manifestaciones.Danza de los Guácharos, La Rayanza, La Rayanza de la Yuca, El Cazabe, La Guacharaca, La Culebra de Ipure, El Mono de Caicara, El Toro, El Toro de Ipure, El Toro de Jenarito, La Paloma, La Guaraguara, El Guácharo, La Maya, La Caña de Azúcar, La Danza del Conejo, El Gavilán, La Babilla, La Guitarrilla del Orinoco, El Temblador y La Guabina.

Además se encuentran las danzas perdidas: El Cangrejo, El Cachicamo y La Brusca. Se ha dado a conocer una interesante propuesta El Busco, en el municipio Bolívar como una manera de presentar al público un baile que intenta emblematizarse como la respuesta a las carencias culturales de ese sector monaguense.

 El Mono en Caicara  

Cada 28 de diciembre se encuentran en Caicara de Maturín la cultura y la tradición para bailar El Mono, un baile popular de gran arraigo. Es un día especial donde todos los hijos de Caicara y sus amigos se reencuentran en un acto donde se confunden los abrazos y las lágrimas. El Mono de Caicara son las propias raíces chaimas que emergen para recordarnos nuestros ancestros.

Es un baile colectivo que arranca desde el amanecer al sonido de: los cachos, las maracas, la guarura, el tambor, las vejigas de toro, los ciriacos y los pitos de carrizo que excitan la conciencia y nos lanzan a las calles en un despertar caicareño inolvidable. El baile de El Mono no es legado de la corona española, ni de la iglesia romana, es un recuerdo memorable de nuestros aborígenes que nos dieron la tierra, su sangre y la rebeldía para luchar y vivir. Te invitamos a bailar, a conocer nuestro pueblo y a penetrar en una de las tradiciones más antiguas que ofrece Monagas: el Baile del Mono.

 A esconderse que ahí viene la Bandera Negra  Los Carnavales una tradición que no muere

Por: Angélica Olivero

Sin duda alguna que los carnavales conforman la fiesta popular de cualquier pueblo. Heredada de antiguas civilizaciones la costumbre de celebrar el carnaval se extendió por todo el mundo. Ha llegado a tal popularidad que hay países que son conocidos gracias a la organización de sus carnavales tales como: Brasil, Italia y Trinidad. En Venezuela prácticamente se recuerdan los primeros carnavales durante los gobiernos de Cipriano Castro, Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez en donde la flor y nata de la sociedad caraqueña sobresalía paseando disfrazados y lanzando perfume por las calles. El pueblo entretanto permanecía como convidado de piedra, mirando solamente pero sin poder compartir la festividad como se lo merecía, por que el carnaval era para una élite. Los jóvenes se disfrazaban y se reunían en los mejores clubes de la capital donde bailaban y celebraban hasta el amanecer.

Quizá ante la impotencia de no poder jugar el carnaval por carecer de recursos, la gente pobre comenzó a jugar carnaval con agua, barro, harina y todo lo que consiguiera convirtiéndose el carnaval en un completo desorden, lo que originó que las autoridades llegaran incluso a prohibirlo. En Caracas los carnavales también se hicieron famosos, cuando la dictadura de Marcos Pérez Jiménez sirvieron de cortina de humo hacia la población y todos recuerdan a Miss Mundo Susana Duijm desfilando por la avenida Urdaneta. Pero en los barrios el Martes de Carnaval era terrible pues el baño con agua no perdonaba a nadie y resultaban los hospitales llenos de personas heridas e incluso asesinadas. Hubo un episodio inolvidable y desgarrador en Caracas cuando un cadete atravesó con su sable a un niño que le lanzó agua y ensució su uniforme. Este suceso empañó los carnavales caraqueños. Pasó el tiempo y hubo como un compás de espera, hasta que los carnavales de nuevo revivieron.

 La terrible Bandera Negra en Maturín  

Los carnavales en el estado Monagas siempre se han celebrado de una u otra manera no ha importado la situación económica que se esté viviendo, pero el carnaval jamás ha sido abandonado. Años atrás la sociedad de Maturín celebraba en las calles y luego en el Club Maturín, allí los bailes eran muy llamativos. Las juntas de carnaval preparaban su programa, inscribían a las aspirantes y elegían a la soberana. Se celebraba prácticamente en Maturín por que en el resto del estado aún no se habían organizado. La elección de la reina era el acto principal, las muchachas lucían sus mejores galas y buscaban sus votos entre los vecinos y familiares. La junta de carnaval era algo muy serio, sus miembros organizaban los actos y vestían de gala para la ocasión. Comenzaban entonces las promociones con los nombres de las candidatas más populares, el ir y venir de nombres le daba a estas fiestas unas características muy especiales. Luego de varios días de propaganda era elegida la que consideraban más popular, pues la belleza iba en segundo lugar y así se realizaba la coronación en un sitio público, el viejo estadio del 23 de Enero, ya derribado sirvió de escenarios en varias oportunidades, la avenida Bolívar y las plazas. A la reina de carnaval los miembros de la junta siempre la escoltaban y acompañaban. Entretanto las barriadas preparaban cada una sus carnavales y construían sus propios templetes que eran escenarios bien altos donde se coronaba a la reina del barrio y en donde se instalaban los músicos para que la gente bailara en la parte baja. Muchos templetes se hicieron famosos en Maturín: la bruja, el Gogo, los bloques y otros donde todos acudían, bailaban, se enamoraban y amanecían. Más de una muchacha se perdió en esos templetes provocando el consabido escándalo familiar. De todas formas eran sitios de sano esparcimiento donde los caramelos y los papelillos no se hacían esperar.

De todas esas costumbres Maturín recuerda la bandera negra. No era otra que un grupo bastante grande de gente joven y adulta que embadurnados de pintura y apertrechados de agua subían a un camión a recorrer las calles. Todos se escondían, porque toparse con la bandera negra era de terror. Esta gente no tenía misericordia de nadie y a quien encontraran a su paso bañaba y pintaba además de lanzarle harina. Aquellas casas que quedaban con la puerta entreabierta no se salvaban pues por allí penetraban a bañar a todos los que se habían escondido y para completar luego de sus travesuras se comían lo que encontraban en la cocina. Así fueron aquellos carnavales, hoy la organización se hace presente y la ayuda gubernamental permite la participación de todos con mayor oportunidad. a disfrutar de estos carnavales sanamente.